domingo, 20 de febrero de 2011

Verdades y mentiras. Mi 23 F


Estos días se vuelve a hablar del fallido golpe de estado del 23 F, eso me hizo recordar aquel famoso día.
Esa tarde me encontraba sola en casa estudiando, tenia un examen de Derecho Administrativo al día siguiente.
Sobre las 7 de la tarde oigo que llega el de siempre y al mismo tiempo que mi madre que nunca venia a mi casa pasaba toda corrida.
Eso me sorprendió, pero enseguida me contaron lo que pasaba.
Quede estupefacta como todo el mundo.
Por la noche le digo a mi marido:
- Mañana voy a Oviedo como siempre a clase.
- Estas chiflada con el lio que hay debías de quedarte aquí, seguro que no hay examen.
- No, me voy a ver que se cuece.
No estaba el de siempre muy convencido, pero cuando a las dos de la mañana oímos el comunicado del rey quedo más conforme.
Así que al día siguiente, como siempre, me encamine a las 8 de la mañana a Oviedo a la Facultad de Derecho.
Como emprenderéis no hubo clase, no hicimos más que charlar de lo que podía pasar.
Y desde luego no hubo examen, pues el profe que nos iba a examinar estaba (era diputado) en el Congreso debajo de su asiento.
Entonces me creí todo lo que me contaron. Vamos, me creí la versión oficial.
Ahora, después de todo lo que he leído ya no se que creer.
Me entero de cosas muy raras, como que el presidente del tribunal que los juzgo era a su vez defensor de Enrique Mujica (diputado socialista metido, según parece, también en el ajo)
Esto me resulta muy difícil de asimilar, pues, si fue verdad, lo encuentro una irregularidad de campeonato.
No comento más cosas, pues cualquier interesado en el tema puede ponerse al día con todo lo que se ha escrito sobre ello.
Lo que si digo es que ya no me creo nada de lo que me cuentan de nada. Yo sola me tengo que ir haciendo mi composición de lugar en todos los tema ya que la versión oficial que nos dan, nada tiene que ver con lo que en realidad pasa.
Lo mismo sucede con el 11M, con el caso Faisán, con el proceso de paz...........etc.
Mentiras, solo nos cuentan mentiras, y somos tan imbéciles que nos las creemos.
Siento haber perdido mi candidez. Vivía más feliz antes. Ahora desconfío de todo y de todos, una pena.
Lo único que siento es que tengo 30 años más.
Prefería seguir siendo una panfila y tener menos años, pero eso no lo puedo remediar.

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